por Jennifer Ludders
Además de ofrecer apoyo emocional para los niños, Deborah trabaja estrechamente con sus padres, que también necesitan mucho apoyo y se pueden beneficiar de aprender EFT. Generalmente están lejos de casa, de sus otros hijos y de su red de apoyo normal. Además, aunque están sufriendo, por lo general están determinados en mantenerse “fuertes” para su hijo o hija. En muchos casos, para ellos ser “fuertes” significa no mostrar señales de estar tristes o vulnerables emocionalmente. Sin embargo, energéticamente su hijo o hija puede sentir, sin duda, cuándo sus padres están reprimiendo sus emociones y no se están sintiendo bien de verdad, abiertos y positivos. Y esto tiene un efecto enorme sobre el estado de salud y bienestar del niño o de la niña.
Llegué a forjar una especie de amistad con María, la madre de uno de los bebés con leucemia, Yamilet. Un día María parecía estar especialmente triste entonces me senté con ella un rato y le ofrecí consuelo. Ella no quería hacer “Tapping” pero parecía tan sólo querer hablar y que la consolase. Después de un rato, empezó a preguntarme sobre los Estados Unidos, diciéndome que había vivido en Los Angeles durante dos años. Había hecho el peligroso viaje a través del desierto con un “coyote” (traficante de personas) durante ocho días, cruzando la frontera de manera ilegal cerca de Nogales, Arizona, como parte de un grupo de 30 personas, diez de las cuales eran mujeres.
Una vez en California se movía de sitio en sitio, trabajando en la agricultura y en una fábrica donde se procesaba la carne. Dijo que el trabajo era duro pero parecido al de su pueblo cerca de la costa en Oaxaca. Después de dos años tuvo que dejar California porque su madre estaba enferma y no sabía por cuánto tiempo viviría. La segunda vez que María intentó hacer el cruce ilegal a través del desierto no tuvo tanta suerte – la atrapó la “miga” (policía de inmigración) y la reenviaron a México.
María había tenido muchas experiencias difíciles en su vida, pero me dijo que nada llegaba ni siquiera cerca a la experiencia de tener a una hija con cáncer. Dijo que era irónico porque su otra hija había nacido muy flaca y débil pero al final era una niña bastante saludable. Por contraste, Yamilet era muy saludable cuando nació y empezó a caminar muy pronto. Sin embargo, un día se había caído; sus pies se hincharon hasta el tamaño de toronjas / pomelos, estaba muy pálida y parecía no poder recuperarse. María empezó a llevarle a ver muchos doctores diferentes y hospitales en su pueblo y luego en la capital del estado, pero nadie podía entender qué le pasaba. Sólo después de buscar durante más de un mes consiguió llegar al Hospital General, donde le dijeron que Yamilet tenía leucemia.
Ahora Yamilet, que normalmente se queda sentada muy tranquila, mira a su alrededor con sus grandes ojos marrones. Le han dado tres tratamientos de quimioterapia y solo tiene pequeñas zonas de pelo que aún le quedan sobre su cabeza. María duerme en una silla al lado de ella cada noche, esperando la noticia de que la condición de Yamilet sea lo suficientemente buena como para llevarla a casa.
María me preguntó si era posible que Yamilet se curara de su condición, mirándome como si yo quizás tuviera alguna verdad absoluta entre mis manos. Esta era la segunda vez que me habían hecho esta pregunta en menos de una semana. Enfaticé a María que no soy doctora médica. Luego le dije – basado en lo que había oído decir a Deborah a otros padres que le hicieron la misma pregunta – que la recuperación siempre es posible y que las probabilidades son mayores si Yamilet mantiene su sistema inmune lo más alto posible. Es por eso que consumir bebidas de verduras verdes y muy poco azúcar es recomendable, ya que esto le da a su cuerpo más fuerza para curarse.
Le dije que también era muy importante que María y su familia mantengan buenos hábitos de auto-cuidado. Por ejemplo, permitiéndose sentir sus emociones en el momento en que surjan (algo en lo que el “Tapping” puede ayudar mucho), afín de quedarse equilibrados emocionalmente y así poder proveer una sensación de apoyo, firmeza y presencia para Yamilet. Ella me preguntó más sobre las bebidas de verduras y dijo que quería hacer “Tapping” conmigo la próxima vez que viniera. Al día siguiente hicimos “Tapping” pensando sobre lo triste que se sentía, extrañando a todos sus hijos que estaban tan lejos y con miedo de que tal vez Yamilet no sobreviva a esta experiencia. Me contó después que sentía una sensación de paz y de calma que no había sentido desde antes que Yamilet se enfermara.