3 de marzo de 2010
Cuando entré en la unidad de cáncer vi a Alejandra con lágrimas en los ojos. La enfermera me dijo que le iban a poner una aguja intravenosa. La experiencia que Alejandra tiene de este proceso es de dolor y no quiere volver a sentir ese dolor de nuevo.
Le pregunté a la enfermera si podría esperar para que pudiese trabajar con Alejandra y me dijo que sí. Aprecio la paciencia de la enfermera y su deseo de que si se libera el miedo que tiene Alejandra, la experiencia será mejor para todos. Es desagradable para las enfermeras tener que poner la aguja cuando es un proceso doloroso y difícil para el niño.
Me senté al lado de Alejandra. Le pregunté que sentía sobre el hecho que le tenía que poner la aguja. Era miedo. Hicimos tapping por el miedo a que le pusieran la aguja, por el dolor, el hecho de que siempre dolía, que la enfermeras la pinchaban muchas veces. El miedo lo sentía en el corazón y el pecho. Hicimos tapping hasta que ya no sentía ese miedo porque podía imaginarse sacando el miedo del corazón y pecho. Continué haciendo tapping sobre el poder que ella tiene sobre lo que le pasa al cuerpo, especialmente cuando ‘habla’ con su cuerpo sobre lo que le gustaría:
– sentirse tranquila aún cuando le ponen una aguja
– ponerse bien y sanar completamente
– que fuese fácil encontrar una vena y que se quedaría abierta fácilmente
Le pedí que me dijese qué animal la hacía sentirse bien. Dijon que era un conejo. Siempre se sentía tranquila en su presencia. Hicimos tapping sobre lo bien que se sentía cuando piensa en los conejos.
Después la hice imaginar que entraba en la sala de tratamiento y la enfermera estaba preparando la agujas. De nuevo el miedo volvió al pecho. Hicimos tapping hasta que se tranquilizó de nuevo. Cuando le pregunté sobre qué era lo que temía, dijo que era la aguja misma. Hicimos tapping hasta que ya no le daba miedo pensar en la aguja.
Ahora ya podía imaginarse entrando a la sala de tratamientos sin miedo. Entonces pasamos a la sala y seguía estando tranquila. Le dije que me dijera inmediatamente si sentía algún miedo. Se mantuvo tranquila hasta el momento en que la enfermera perforó la piel. Alejandra sintió dolor y gritó. Me quedé a su lado y continué haciendo tapping sin parar. Se tranquilizaba un poco, luego se agitaba, luego se tranquilizaba.
Desafortunadamente, esta vena se rompió por lo que era necesario buscar otra. Esta es una experiencia común para Alejandra. Continué haciendo tapping, pero hice que pensara en los conejos mientras hacía tapping diciendo que las venas iban a cooperar para que esta experiencia fuese mejor.
Mientras la enfermera buscaba y encontró otra vena, continué haciendo tapping sobre Alejandra. Seguía estando disgustada, pero el tapping seguía calmándola. Seguí haciendo tapping y llegado cierto momento dije: “Si no quiero que me sigan pinchando, entonces ya es hora de sanar para que no tengan que hacerlo más.” Alejandra abrió los ojos de par en par, como si no se le hubiese ocurrido que si su cuerpo sanara, ya no sería necesario que la pincharan. Fue un momento importante para Alejandra llegar a comprender esto.
Continué haciendo tapping para que pudiese sanar y que pidiese a su cuerpo que sanara. Esta vez la vena era buena, tomaron la muestra de sangre, no hubo dolor, y antes de que Alejandra se diese cuenta, ya había terminado todo.
¿Fue ésta una experiencia totalmente indolora? No, pero fue muy distinta a lo que Alejandra normalmente siente. Muchas veces la enfermera la tenía que pinchar hasta 5 veces para encontrar una vena buena. Por lo tanto, la experiencia es estresante para Alejandra y para las enfermeras. Esta vez todo era más tranquilo y la segunda vena se abrió fácilmente y sin dolor.
Le dije a Alejandra que no conseguimos que no tuviese dolor en el primer intento pero al continuar con el tapping y el deseo de que fuese fácil, hizo que el siguiente intento fuese mejor. A veces tenemos que practicar con el tapping.
Algunos días más tarde, la pincharon de nuevo cuando yo no estaba presente. Hablé con la enfermera (una distinta a la del día en que hice tapping) y me dijo que Alejandra había estado mucho más tranquila que lo normal, cuando compartí con ella lo que había ocurrido durante nuestra sesión de tapping.
Lo que quiero recalcar es que a veces tenemos que persistir con el tapping y la visualización. Alejandra ha tenido muchas experiencias de dolor cuando le ponían una aguja. Mostrarle que haciendo tapping algunas cuantas veces le permite reducir su miedo y dolor, ayudará a que comprenda que ella puede crear una experiencia totalmente nueva. Eso le gusta mucho.